ROL DE PADRES O ADULTOS RESPONSABLES EN PAMPA DOJO
Si comprendemos Karate como tal, entenderemos que la practica del mismo en edades de formación, debe concebirse como la búsqueda de la inserción a través de la diversión, el juego y el placer. Ya se entenderá que a nivel psicológico el adulto, como tal, persigue la búsqueda del placer personal. Cuando una actividad ya no es placentera, el adulto opta por el abandono de la misma.
El rol principal de padres o adultos responsables de un Karateca en formación, principalmente será, el de que su pupilo encuentre y disfrute el placer de la práctica de Karate.
Muchas veces, las actitudes de padres o adultos responsables, son verdaderas condicionantes de la práctica de Karate de los niños, estas actitudes son:
1).- El Adulto Fanático: Claro está entender que en todo orden de cosas, los extremos siempre han producido conflictos, esta actitud de adultos por lo general tienden a apocar la propia personalidad del niño, adultos que por lo general nunca están conformes con las decisiones de los Instructores o Maestros, y difícilmente apoyan o reconocen a otros participantes de la actividad, sin considerar siquiera que pueden formar parte de un grupo o equipo ante una eventual práctica conjunta en pos de un objetivo en común, solo optan por el apoyo único a su pupilo.
2).- El Adulto Entrenador: Esta actitud, por lo general reservada a aquellos adultos que practican, han practicado o tienen algún conocimiento de Karate, otra Arte Marcial o Defensa Personal. En estos casos, el adulto se convierte en el entrenador personal del niño, muchas veces malentendiendo una idea de continuación familiar, una clara consecuencia que bien o mal, las indicaciones dadas por este tipo de adultos, serán más obedecidas que las entregadas por el mismo Instructor o Maestro de Karate, esto por una causa de conveniencia, pues por lo general este adulto resulta amenazante y demasiado posesivo en su actuar, este adulto muy rara vez está conforme con la actuación de su pupilo y lamentablemente hace notar de tal situación al menor. De tal forma opaca la personalidad del menor, y este al no ver cumplidas las metas impuestas por sus adultos, opta por la deserción de la práctica de Karate.
3).- El Adulto Manager: En nuestros días, en que el “profesionalismo” genera cada vez más remuneraciones económicas, la aparición del adulto manager es más evidente, adulto al cual más que la práctica misma de Karate y el bien para su pupilo, solo le interesan las recompensas, las medallas y los trofeos que los beneficios personales que Karate le puedan significar. Por una parte este adulto está dispuesto a todo para que su pupilo logre ser el mejor, pero por lo general se olvida del menor y solo ve en él un instrumento de ingreso económico o simplemente verse reflejado en lo que el mismo no pudo ser o realizar en su momento, por lo cual se siente fracasado. El problema más común es que el menor se encuentra sometido a tal presión psicológica, lo cual provoca estrés, a tal punto que la práctica de Karate deja de resultarle placentera, razón por la cual manifiesta su desinterés frente al vivo reclamo de dicho adulto.
4).- El Adulto Indiferente: Lamentablemente el más común, tipo de adulto para el cual la práctica de Karate de su pupilo le es totalmente ajena, su preocupación por el menor es mínima. Una actitud que en la actualidad es muy común y casi aceptable a todo nivel, en el mejor de los casos, muchas veces generada por miedo a una excesiva aprehensión de los adultos por el menor y que exista a futuro una dependencia casi “invalidante”. En el peor de los casos, se debe al total desapego, desinterés y falta de amor, producto de muchos actuales flagelos que afectan socialmente.
5).- El Adulto Sobre-Protector: Situación particular en adultos cuyo pupilo practica Karate siendo único menor en el seno familiar, es así que los adultos tienden a sobreprotegerlo tanto que no le dan espacio para desarrollarse íntegramente y surge un sentimiento de ahogo por parte del niño, el cual utiliza Karate como medio de desahogo. El riesgo más común es una excesiva dependencia del menor por sus adultos.
Luego de observar los diferentes tipos de perfiles o características de padres o adultos responsables que han transitado por “Pampa Dojo”, podemos introducirnos en la idealización del rol de los mismos frente a Karate, desde nuestra humilde visión.
Dedíquenle tiempo a sus hijos y demuéstrenle interés por sus propios intereses mejorará la comunicación y participación activa del Karateca. El apoyo recibido se verá recompensado con los resultados obtenidos en la propia práctica de Karate. Que el resultado de su desempeño no sea determinante de futuras situaciones, entiendan que lo que hoy no se puede lograr, en el futuro se logrará con esfuerzo y preocupación.
Comprendan que los niños no son adultos en miniatura y mucho menos que son la continuación de SUS participaciones en alguna actividad que hayan realizado en su juventud, cada uno es un individuo en particular, con sus propias metas, fines, características y preocupaciones.
Que Karate para sus hijos sea principalmente la búsqueda del propio placer y diversión (Recuerden que es un niño).
No olviden que Karate debe aparecer como apoyo al proceso educativo y formativo de su niño.
Dejen, ya mismo el concepto de ganadores o perdedores en Karate. Entiendan que la desmotivación es uno de los principales agentes de deserción. Enseñen a amar la actividad de modo que también terminen amándola ustedes.
Deben entender que su rol en Karate es de espectador, seguidor y apoyo, NO el de entrenador, árbitro o manager.
Demuestren a sus hijos que están conformes y felices frente a los avances que desarrollan en Karate y valoren el progreso sin importar o pretender la perfección. Siempre apoyen a sus niños en todas sus empresas.
Recuerden que no acompañar resulta tan perjudicial como el adulto fanático, que evitando la sobreprotección el niño genera su propia imagen y no la que le quieran imponer, que el trabajo en equipo logra objetivos más intensos por lo que una buena comunicación con su Instructor o Maestro es primordial.
En definitiva lo más importante, a nuestro parecer, y esperamos sea lo que más se valore.
Enseñen a sus niños “SER” para que en el futuro pueden “HACER”.
Seguramente llegará el día en que sus hijos lo sabrán “AGRADECER”